La aparición de los depósitos metálicos supuso un hito en la enología del momento.
Hasta ese momento, las condiciones higiénicas, sobretodo microbiológicamente hablando, no eran las ideales, cambiando a un depósito totalmente inerte e inalterable, hermético, fácil de limpiar, desinfectar y desplazar, sí fuese necesario, cambió totalmente la concepción enológica del momento.
Además estos depósitos ofrecían la posibilidad de controlar la temperatura, ya sea en un principio por evaporación y más tarde por serpentines o camisas exteriores.
Ventajas:
• Son inalterables e inocuos.
• Presentan una hermeticidad casi perfecta
• De fácil limpieza y desinfección.
• Tienen una buena capacidad de intercambio térmico, por lo que evacuan bien el calor de la fermentación. Además se les puede adaptar fácilmente sistemas de control de temperatura: camisas, serpentines...
• No precisan mantenimiento y su duración es casi ilimitada.
• Aguantan un rango amplio de presiones.
• Pueden construirse en diferentes volúmenes y modelos, amplia versatilidad.